Barranco de la Hocecilla II.

Domingo, 1 de Abril de 2018.


Empezamos Abril, así como sin sentirlo, el año avanza rápidamente. Estamos en unos días de tregua en las lluvias primaverales, y vamos a ver si terminamos de conocer el barranco de la Hocecilla, o barranco de Las Majadas, como se conoce en el mundo barranquista. En Noviembre de 2015,  hicimos una primera aproximación a este desconocido paraje, aquel día entramos desde su parte baja, junto al río Villalbilla, donde vierte sus aguas. Lo podemos recordar en este enlace a la ruta del Barranco de la Hocecilla. 

Entonces no pudimos recorrerlo entero, y hoy terminamos la faena que dejamos inconclusa aquella mañana de Noviembre. Hoy entramos desde su cabecera, en los llanos de Navalafuente. Recordamos que este es un barranco que discurre paralelo a la carretera de acceso a Las Majadas, se origina en Navalafuente y tiene su final en el río Villalbilla. 

Queremos volver a recordar que esta es una ruta fuera de pistas y sendas, por el mismo cauce del barranco, con cortados y estrechos por los que tendremos que buscar el mejor paso. Hoy no lleva mucha agua y la piedra está seca en las orillas, pero hay que tener mucho cuidado, pues hay grandes losas con mucha inclinación que nos pueden dar un susto, y hablo con conocimiento de causa. 


Puerta de entrada al barranco, esto es puerta grande!!!


Estamos en Navalafuente, según la imagen, al fondo a la derecha está la finca de la Losilla, y justo encima del coche el puntal de La Zomatilla. 

Tomamos contacto con el barranco, nos acercamos a sus bordes en busca de un paso que nos ponga en ruta. Será por la derecha, justo por el punto donde las aguas empiezan a descolgarse por sus losas.

Esta parte del barranco es de caliza tableada, hace escalones que nos permiten bajar sin dificultad.

Vamos descendiendo como en una gran escalinata.

Y llegamos a este pequeño estrecho en el que tenemos que hacer un pequeño des trepe,  nada importante. Hoy está seco, pero hay que ir con cuidado.

Estos barrancos son auténticas aulas geológicas.

Hasta aquí, todo bien.

Y una vez salvado el pequeño salto del fondo, estamos metidos de lleno en el barranco. 

Buscamos el cauce, que por aquí arriba está seco.

Cauce pedregoso, un barranco muy estacional este de Las Majadas.

Encajado en su cabecera entre roca.

Y con su buena ración de vegetación.

Esto con agua ha de ser una gozada.



Un poco mas abajo, empezamos a encontrar restos de las lluvias pasadas.

Seguimos avanzando, encontramos una senda en esta zona intermedia del barranco, y empieza a correr el agua.

Hemos llegado al punto donde surgen de nuevo las aguas.

Un arroyete de montaña, antes de entrar en la zona más agreste del barranco.

Zona que ya intuimos.

La caliza tableada, deja paso a estos bloques más compactos, entre los que se va descolgando suavemente el agua del arroyo.


Y a grandes losas que nos hacen trabajar el equilibrio. La roca húmeda, en algunos puntos se torna resbaladiza.

Pequeños canales, labrados en la roca.


Estamos llegando a la zona donde los Barranquistas descienden por el cauce, equipado a tal efecto.



Vamos llegando al punto intermedio de la ruta de hoy, y echamos una mirada a la zona por la que haremos la vuelta. Siguiendo la linea de roca.

Con aquel peñote como referencia en la cornisa caliza.

Pero antes tenemos que bajar de nuevo al barranco, esta zona es la más abrupta.

En la parte de la derecha vemos el fondo del barranco, allí hay un callejón, punto donde lo dejamos en nuestra anterior visita.

Y lo que ocurre en estas laderas pedregosas e inclinadas, es que hasta las grandes carrascas pierden la verticalidad. Las grandes carrascas y los incautos senderistas, ¡la envidia es muy mala!. Las losas de roca, cubiertas de hojarasca húmeda, provocan resbalones que nos pueden dar un susto.

Caídas aparte, la conjunción roca-carrasca,  es perfecta.

Y agua, cuando corre agua por los barrancos, nada mas podemos pedir.



Por estas pequeñas oquedades bajan los barranquistas, encontramos equipamiento a tal efecto.

Nosotros somos más de bajar por lo seco.

Aunque también nos asomamos a lo mojado.


Aquí el barranco se cierra y se hace bastante abrupto, mucha vegetación y roca, hay que ingeniárselas para avanzar.



Por debajo de esta grieta que vemos, baja el agua del barranco. Al fondo vemos como se cierra la roca, sin los medios adecuados no podemos continuar por aquí.

Hay que tener cuidado en estos saltos, caminamos con pies de plomo.

En este punto tenemos que buscar una salida para continuar la ruta, en nuestro caso será camino de vuelta.

En este punto intermedio de la ruta, hacemos nuestra parada para almorzar, en lugares como este da gusto quedarse un rato a disfrutarlo.


Cumplido el trámite gastronómico, buscamos la salida del barranco.

Abajo se quedan las aguas saltarinas.

Y el estrecho cañón.

En un momento nos ponemos sobre la roca, seguimos camino de vuelta por encima de estos cortados.

Con la referencia del peñote, no hay pérdida.

Dejamos atrás el caos de roca. 



Pasamos por detrás del peñasco que venimos viendo toda la mañana.

Desde estas alturas, y tirando un poco de zoom, vemos allí abajo Villalba de la Sierra.

Y delante de nosotros, Navalafuente y La Zomatilla, en un momento estamos en el coche.

Antes de terminar, reparamos en estos gamones que vienen con fuerza.

Aquí vemos el trazado de hoy.


Al final, otra gran mañana en el monte, hoy por barrancos. Terminamos de vuelta en Villalba con los refrescos de rigor.


Hasta pronto!!!







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