Ruta del Picayo.

Jueves, 15 de Junio de 2017.


Mediados de Junio, inmersos en la primera ola de calor de la temporada, no se nos ocurre otra que hacer la ruta del Picayo en Arcos de la Sierra. Hoy vamos con los amigos del grupo Cuencaminando, de hecho estamos en clara desventaja numérica, jajaja.

El caso es que con poco, se organiza un día de campo de esos que quedan grabados en la memoria del grupo, por unas u otras circunstancias. La culpa fue de Mercedes, que se le ocurrió hacer una ruta a modo de fin de curso, los docentes son así, y de Mariano que no tardó en trazar el plan del día, Ruta del Picayo con baño en el Trabaque y comida en Zarzuela, comida que nos tenían a punto Jose Antonio, Olga y Tere, con cerveza fresca como requería la mañana, un trabajo impagable. Casi nada, en plena ola de calor antes de llegar el verano, y como no decimos a nada que no, pues allá que te va.

A eso de las nueve estamos en el comienzo de la ruta, subiremos primero al Picayo por carril, pasando por la cueva del Saúco, y luego ya por senda hacia la fuente de la cañada morena,  en este punto nos ponemos sobre el barranco del Trabaque, punto donde se dividirá el grupo, los de secano siguiendo el sendero junto a las abrasadoras rocas bajo el Picayo, los bañistas bajarán al barranco para recorrer el estrecho por dentro.



En el Picayo, un mirador al barranco del Trabaque, desde donde podemos ver parte de la dehesa de los Olmos y parte del campichuelo.


Esta es la entrada al estrecho del Trabaque, luego saldremos por aquí bajo un sol impenitente.

Nosotros avanzamos por el camino, junto a las naves ganaderas.

Esta sombra es un espejismo, enseguida nos damos cuenta de lo que se nos viene encima.

Como en toda la sierra, patrimonio destruido.

A la vuelta de curva empieza la subida incesante hasta el Picayo.

Pasamos junto a la cueva del Saúco, no subimos a verla, el calor empieza a hacerse molesto y el grupo avanza a buen ritmo para quitarnos la subida lo antes posible.

Hemos ganado bastante altura, hoy rozaremos los 1470 metros de altitud en la zona más alta, ya intuimos allí el barranco y comienzo del estrecho.

Gabriel y Rebeca, que suben cascando como si tal cosa.

Muy cerca del Picayo, reparamos en los rosales silvestres en plena floración.

Y en las oquedades de la roca, arcos y covachos, aquí queda expuesto el lapiaz y aparecen formas caprichosas.

Empezamos a asomarnos desde las inmediaciones del Picayo, luego caminaremos por aquí abajo, enfrente atisbamos la dehesa de los Olmos.

Y hacia abajo el campichuelo.

La avanzadilla del grupo, satisfechos con el primer objetivo de la mañana.

Ahora nos subimos al Picayo.


Mientras van llegando los más rezagados, Mariano no ve momento de parar la cámara y se nos va quedando.

Primer objetivo conseguido, estamos en El Picayo. Empieza a apretar el calor y haremos la parada obligada para almorzar. Es un buen lugar para descansar y disfurtar de lo que tenemos delante de nosotros. Además habrá que hacer alguna foto. 



Queda claro que la cámara, que viene fallando en las últimas rutas, aquí vio su final definitivo.



Su precario enfoque no daba para más.





Entre foto y foto, aprovechamos esta sombra para hacer el almuerzo.



Desde el Picayo, vemos Arcos de la Sierra allí abajo.

Y el punto donde empieza el estrecho.




Cumplido el trámite del almuerzo, continuamos ruta hacia la fuente de la Cañada Morena, un gran tornajo de cemento con sus aguas casi estancadas ya, apenas un hilillo de vida le queda al manantial en esta primavera tan seca.


Una fuente siempre es motivo de reunión, aunque no podamos beber.

En este punto, asomados al barranco, tenemos que decidir que camino tomamos.

Pero antes de nada la foto de grupo, gentileza de Mariano. Ya solo nos queda bajar, esto va a ser coser y cantar!!!!!

Miguel, en cuanto ve un cortado pide foto!!!

Como estaba previsto, parte del grupo se decantó por bajar al barranco y descender sus aguas, pozas y saltos. El resto continuamos por el sendero que discurre bajo el Picayo, un horno natural esta mañana de junio.



Despedimos a los bañistas.

Y continuamos nuestro camino. Hemos rebasado el medio día, todas las previsiones se están cumpliendo, esto es un infierno!!! Están a punto de echarme barranco abajo!!!!! 

Atravesamos el callejón con la esperanza de entrar en zona de pinar y encontrar algo de sombra.

Podríamos decir que caminamos entre "nubes y claros".

Nuestro camino, en fuerte pendiente, desemboca a la entrada del estrecho, donde nos refrescamos un poco y pusimos camino a Zarzuela, para hidratar y ayudar a la sección de cocina. Mientras tanto el resto continuaba con su avance por el cauce entre saltos, pozas y rocas.


Aquí los vemos refescándose los pies.

Salvando desniveles, este es un barranco maravilloso.

Tomando aliento a la sombra de las rocas.
El caso es que yo pensé que les costaría menos tiempo en cruzar el barranco, pero se nos presentaron a comer a eso de las cuatro de la tarde, con una paliza en el cuerpo "que pa que". El resto hidratamos convenientemente y ayudamos a terminar de preparar las viandas.


Aquí vemos al cocinero, en otra ruta anterior, más fresca.

Al final unos 14 Km, superamos la ola de calor, el dificultoso avance por el barranco y cualquier otra dificultad que se hubiese puesto por delante. Terminamos el día en casa de Mariano, en Zarzuela, que muy amablemente puso a nuestra disposición su barbacoa donde pudimos degustar las viandas que nos preparó la sección cocina. La tarde se puso tormentosa y fresca, con lo que olvidamos los calores en un pis pas.


Nada como una buena mesa para terminar un día de senderismo.

Y la sobremesa bajo la tormenta.

Buenos momentos para la tertulia.

Tere y Olga satisfechas con su trabajo.

Y con esta imagen terminamos la crónica de hoy.


En el siguiente vídeo, que siempre le gusta hacer a Mariano, hay un buen resumen del día.





Podemos decir que pasamos un gran día de senderismo, con sus calores y anécdotas para recordar, en buena compañía. Gracias a todos, seguro que repetimos, aunque sea en septiembre.


Hasta pronto!!!


La Veredilla, Peña del Halcón.

Domingo, 11 de Junio de 2017.


Apurando los finales de primavera, volvemos al monte. Como dijimos en la entrada anterior, dejamos preparada una ruta por la misma zona, así que hoy nos ponemos en marcha a ver lo que nos sale. Teníamos dos opciones, subir a los Vasallos desde el área recreativa de la Veredilla, por un vallejo que parece transitable y continuar por el Gr-66 en dirección a la zona que vimos en la entrada anterior, alargando aquella ruta, o coger dirección a la Peña del Halcón que nosotros conocemos bien, pero Mariano y Jose Antonio no han subido nunca. 

Al final nos decantamos por la Peña del Halcón, la opción del Gr transita por pista y optamos por llevarlos a tan privilegiado mirador serrano. Dejamos los vehículos en la puerta de la finca del Vasallo y pusimos rumbo al vallejo que sube desde la Veredilla a los Vasallos. Una vez allí buscamos los 1719 metros de altitud de la Peña del Halcón y bajamos un poco a recorrer las cornisas tan peculiares que tenemos sobre Tragacete. Al final otra mañana de monte y sierra de las que nos gustan, y en buena compañía, que mas se puede pedir!!!



Como finalmente subimos a las cornisas de la peña del Halcón, esta es una de las vistas más típicas de este paraje.

Pero empezaremos por el principio, caminando hacia la veredilla, bajo el Vasallo.

Otra mañana clara en esta primavera para olvidar, vamos intuyendo por donde subiremos.

Junto al albergue de la veredilla, empieza este vallejo que ascendemos en busca de nuestro destino.

Entre pinares y verdes praderas.

A pesar del fuerte desnivel, es ascenso es cómodo.

Jose Antonio, a punto de coronar el alto de la Peña del Halcón, sube como un corzo!!!!

Subimos al alto y buscamos una sombra para almorzar, estamos muy cerca de las cornisas que vemos sobre el pueblo de Tragacete, y tendremos que llevar a los chicos a conocerlas. Nosotros, que ya hemos venido varias veces, volvemos como si fuese la primera. Cada día descubrimos algo nuevo.


Una vez que nos situamos en los altos, no paramos de otear horizontes, aquí vemos el alto de la Bandera.

Un poco más de cerca.

Y la Mogorrita.

Y los pinares por los que hemos subido.

Con su pino seco, como buena cumbre serrana.

Cumplido el trámite del almuerzo, empezamos a asomarnos a las cornisas calizas, con la Bandera al fondo.

Y Tragacete a nuestros pies.

Cada día tiene una luz diferente, hoy estos farallones relucen como nunca.

Y los prados en los Centenares, allí abajo, buen pasto para los rebaños trashumantes que van regresando a la sierra en estos días de finales de primavera.

Venimos por la parte izquierda de esta imagen, luego bajaremos a ese mirador que intuimos tras los pinos.

No conocían estos lares, Mariano a punto de acabar con la memoria de la cámara.

No es para menos.

A cada paso hay algo que salta al objetivo, cada día una vista nueva.

Como esta en la que constatamos el imponente patrimonio forestal que conservamos en la Serranía de Cuenca.

Impresionante.

Nosotros vamos merodeando estos peñascos.

Muy fotogénicos.

Y aprovechamos para recordar rutas anteriores, hasta aquí hemos subido desde varios puntos de la sierra.

Vamos al punto cumbre de esta ruta de hoy.

Mariano, cuida su cámara como oro en paño.

Y Jose Antonio, un escalador de vocación tardía que nos pone los pelos de punta.

Estos miradores tan privilegiados bien merecen un sendero señalizado, tenemos un gran potencial en la sierra que no sabemos aprovechar.



Al final ha merecido la pena repetir destino, cada ruta es diferente y cada día encontramos nuevos puntos de vista. Además hemos encontrado otro vallejo por el que subir hasta aquí, que facilita mucho el acceso. Seguro que volveremos a este paraje para seguir conociéndolo mucho mejor. En este punto nos dedicamos a tomar imágenes del lugar. Luego volveremos monte a través hasta enlazar de nuevo con el vallejo por el que hemos subido y concluir nuestra ruta.



Caminar por estas fajas serranas tiene su punto.

Y estos dos también, jajajaja!!!!!!.

Hasta que llegamos al punto en que se corta nuestro camino, hemos de poner rumbo de vuelta.

Con el pueblo de Tragacete siempre presente allí abajo.

Y este peñasco caprichoso, que nos tiene embelesados.

Presidiendo el valle del Júcar.


Ya de vuelta, enlazamos con la cañada real.

Y en el albergue de la Veredilla, nos refrescamos en su fuente y pusimos punto final a la ruta.


Hoy la ruta no ha sido larga, no se trataba de hacer kilómetros, si no de explorar nuevos accesos a la sierra de Tragacete, los hemos encontrado y seguro que repetiremos. Finalmente nos refrescamos como es debido en El Tablazo, en Villalba de la Sierra, por dentro claro está.



Hasta pronto!!!