Reencuentro con el Camino de Santiago.

 Primavera de 2023


Casi nada, primavera de 2023. Prácticamente 20 años después, o más, vuelvo a ponerme las botas peregrinas. 

Mi pasado peregrino es de lo más previsible. En aquellos tiempos, mi hermano y un amigo se aventuran a hacer el último tramo del camino Francés con el que se puede conseguir la Compostela. Con lo que hubo que empezar a entrenarlos en Cuenca para tamañas etapas. Caminatas por la ruta turística, en las que parecía que teníamos las piernas como garrotes. Poco a poco la cosa fluye y las piernas se sueltan. Ellos culminaron su peregrinación aquel año sin novedad. Yo fui testigo de su llegada a Compostela, con el consiguiente homenaje final. 

No se si fue el año siguiente, o alguno más, pero los que estuvimos en aquellos entrenamientos, decidimos volver al Camino. Mismo recorrido, y culminamos ruta. Tras el abrazo al Santo, homenaje gastronómico y vuelta a Cuenca. 

Poco después me vine arriba, y empecé una nueva peregrinación desde León esta vez en solitario. El calor y la inexperiencia, dieron al traste con mi objetivo. Abandono. Un  fracaso.

Por supuesto que volví otro año, nuevo fracaso, no voy a entrar en detalles por que la memoria es frágil y me faltan datos que no recuerdo. El caso es, que con una determinación acorde al espíritu de este grupo, un nuevo intento para culminar mi peregrinación desde León, tuvo como premio mi llegada a Santiago, una mañana lluviosa como pocas. La alegría fue inmensa, ese sentimiento que solamente las personas que consiguen completar su peregrinación pueden conocer.

Con dos Compostelas conseguidas, cambiaron las prioridades, y nuestras habituales salidas serranas provocaron un cambio en los objetivos vitales. Con el Camino en el olvido, muchas veces salía a colación esa pregunta, ¿Volverás al Camino? mi respuesta siempre era la misma, sin descartarlo, no era un deseo cercano.

Pero la vida va dando vueltas, y la persona de la que nunca hubiera esperado una propuesta similar, la hizo. Año 2022, "tío, el año que viene vamos a ir al Camino de Santiago". ¡Coño! (perdón) ¿pero tu no decías que no volverías a caminar con nosotros?. Claro que no fue una propuesta, fue una afirmación en toda regla que me dejó de piedra.

María, esa personita que llevábamos al monte a buscar setas, cuando no levantaba un palmo del suelo. Que luego, poco a poco nos fue abandonando como corresponde al paso de las edades. Un día, con gran sorpresa se nos unió a una de nuestras rutas serranas, con la mala suerte de vernos inmersos en uno de esos berenjenales en los que solemos meternos, y que no nos retiró el saludo por que la familia es lo primero!!!!!!! jajajajaja. María, dijo que iríamos al Camino. Pues dicho y hecho.

El Camino, la ruta más transitada en España. Ya sabíamos que desde nuestros primeros escarceos con esta ruta, la cosa ha cambiado mucho, y es que la popularidad le ha llegado en masa. Y es eso, una masa de "peregrinos" o "turistas" que lo copamos todo. Nosotros, que estamos acostumbrados a las soledades serranas de nuestra Serranía, la de Cuenca, nos vemos inmersos en la vorágine del Camino. Cola para todo. A tomar un café, cola. A almorzar, cola. Al baño, cola. A comer, cola. A pagar, cola. COLA, COLA, COLA, COLA........... ese es el único pero que le pongo a esta aventura peregrina que nos ocupa hoy. Por lo demás, solamente hay que dejarse llevar, caminar y sentir lo que nos depara cada paso que damos por estas tierras, que es mucho y muy bueno.

Lógicamente, no vamos a hacer una descripción minuciosa del camino, solamente vamos a dejar una sucesión de imágenes de lo que vimos y vivimos aquellos días. Ha sido difícil resumir, pero ahí vamos.

Nuestra primera etapa, Sarria-Portomarín, comienza tras el viaje de aproximación. Una tarde lluviosa hasta el extremo, que nos hacía presagiar lo peor para la jornada peregrina. Recuerdo que las previsiones que nos daban las aplicaciones del tiempo, eran de agua constante todos y cada uno de los días de peregrinación. La jornada de viaje hacia Sarria, lo dejaba claro, el agua sería nuestra compañera de camino. No tememos a nada, ya lo hemos demostrado sobradamente, así es que nos dejamos llevar. Paseo a la tarde por la localidad de Sarria, cena ligera y a descansar. Mañana será otro día.

Y así fue, empezamos camino, con la ilusión de lo desconocido en la mirada de María, y yo, esperando el agua.

En Sarria, lo suyo es empezar etapa subiendo estas escaleras.

Y tras subir por su calle principal con las primeras luces de este día gris, los cruceros nos recuerdan que estamos en Galicia.

Muros cubiertos de vegetación, ríete tu de los jardines verticales que ahora están de moda.

Enseguida abandonamos la localidad, envuelta en nieblas.

Otra curiosidad gallega, sus cementerios.

Y esos puentes totalmente naturalizados.

Dejamos la urbe, y nos sumergimos en la naturaleza gallega.

Yo tengo que decir, que es lo que más me impresiona siempre en este tramo del Camino. Humedad y verdor sin par.

Y esos pequeños riachuelos, de aguas turbias, (recordamos que la abundancia de ganado en la zona, hace que las aguas no sean muy claras)

Esos grandes árboles, que soportan todo un ecosistema en si mismos.

Y mi peregrina, la veo bien, vamos subiendo la primera gran cuesta de la etapa de hoy.

Pero como vamos absortos por el ambiente mágico que tiene esta mañana, la cuesta es lo de menos.

Y es que ha amanecido un día envuelto en nieblas, con una temperatura inmejorable para caminar, y una humedad pocas veces conocida. Jajajajaja.

Me gusta.

Pasamos junto al primer contador de peregrinos, que nos recuerda cual ha de ser nuestra actitud en este camino, CALMA TOTAL.

Y con lo que vamos encontrando a cada paso, es muy fácil.


Era hora de hacer una parada, y aquí la hicimos. Almuerzo rápido, Cola, y seguimos camino.

Estas viven más tranquilas.

Y si te vas fijando en esos detalles que rodean la ruta, los kilómetros pasan sin sentirlo.

Lo que tenemos claro, es que en ningún momento caminamos solos.

Detalles.

Gente.

Pequeñas explotaciones locales, mucho trabajo en estas tierras, solamente vemos personas mayores al frente de ellas.

La mañana avanza y los peregrinos se multiplican.

Solo hay que dejarse llevar.

Poco a poco las nieblas se van levantando.


Esos muros.



Una maravilla.

Al fondo tenemos ya, bien pasado el medio día, nuestro destino de hoy, Portomarín.

Al final, de agua nada de nada. Nieblas que terminan levantando y un sol de justicia.

Los paisajes.......

Y esas construcciones tradicionales.........

Pasamos junto a la guardería.

Y tirando de zoom, la iglesia de San Nicolás.

Bajamos por la última corredoira de la jornada hacia el embalse.

Cruzamos sobre sus aguas.

Y nos disponemos a subir la famosa escalinata de Portomarín.

Aquí llegamos, es hora de comer, tomamos unas cervezas reparadoras, y a descansar. Primera etapa concluida sin novedad.

El soleado medio día, se tornó tormentoso. Antes de terminar de comer, agua a mansalva, rayos y truenos. Mañana será otra historia.

Un paseo por el pueblo a la tarde, tras la lluvia, y a preparar la etapa del día siguiente.



Mañana del segundo día de caminata, que amanece igualmente envuelto en nieblas.

Para continuar ruta, hemos de cruzar de nuevo sobre el embalse.

Y volvemos a meternos de lleno en el paisaje.

Para abrir boca, una buena subida, aunque con buen firme. Hoy tampoco vamos a estar solos.

Nos centraremos en lo importante.

Parece que la mañana empieza a abrirse.

Galicia.

Finalmente el sol gana la partida y se queda una mañana muy buena, incluso un poco calurosa.

Esos paisajes nos tienen......

Hoy ha tocado mucha carretera.

A media tarde, llegamos a Palas de Rei. Final de nuestra segunda etapa. El agua nos está respetando.
Un poco de reposo, y salimos a estirar piernas por el pueblo, cena rápida y a preparar la tercera etapa, que será la más larga que vamos a hacer superando los 30km. Palas de Rei - Arzúa.


Salimos de Palas, y seguimos disfrutando de esas interminables corredoiras gallegas.


Y de esas iglesias cementerio.


Verdaderas joyas.


Estamos muy cerca de otro de esos puntos clave para los "turistas/peregrinos" Melide, pero antes hay que pasar por Furelos, cruzar sobre este puente, y nosotros haremos aquí la parada a almorzar en esta larga etapa.


Antes de entrar en Melide, nos paramos un rato. La mañana está gris como todas, pero se camina muy bien, lo único que me desborda es la humedad. Por eso hidratamos siempre que podemos. 


Cruzamos por el casco antiguo de Melide, y seguimos nuestra ruta de hoy.

Pasamos junto a otro de esos cementerios.



Y siguiendo la señalización, vamos avanzando.

Aquí paramos a sellar nuestra cartilla.

Es media tarde y el sol empieza a picar.

La tormenta se cierne, los truenos de fondo nos van persiguiendo.

A la entrada de Arzúa, el lagarto, nos da la bienvenida, apenas nos dio tiempo a llegar al alojamiento, y se desató de nuevo la tormenta, el cielo se desplomó literalmente sobre nosotros. 

Larga tercera etapa, pero muy gratificante. Estamos a tiro de piedra, la mecánica nos está respetando, vemos el objetivo a nuestro alcance. La dinámica en el camino es siempre la misma, caminata, descanso, paseo, cena y a dormir. Mañana más.


Empezamos la cuarta etapa, de nuevo nieblas y humedad. La lluvia nos vuelve a respetar.

Ya nos llevan la delantera.

Las vacas están todavía por arrancar esta mañana.

Mucho verde.

Y ese rocío que lo cubre todo en estos lugares.


Hoy la etapa es más corta. Apretamos el paso.

Pasamos junto a otra contadora de Peregrinos, ellas a lo suyo.

Nieblas y verde, tónica general.

Muy cerca del final de la etapa de hoy, la vida se abre paso.

Esto es un vergel.

En plena floración.

Hoy tenemos aquí nuestro final de ruta. Hoy no ha dado tiempo a levantar la niebla. Unos refrescos reparadores y a comer.

En A Rúa, terminamos la cuarta etapa, hoy se ha dado bien. Tenemos el objetivo a mano. Seguimos con la rutina diaria.

La quinta etapa es la que nos lleva directamente a Santiago de Compostela. Un trazado que yo recordaba más tedioso, quizás por aquel final lluvioso a más no poder años atrás. Pero nada de eso, el aliciente de terminar camino, y estas tierras gallegas, hacen que volemos. Nunca mejor dicho, pues caminamos junto al aeropuerto, algún avión vimos partir. Y de repente, Santiago. Fin de peregrinación.

Dicen que no hay mal que por bien no venga, me explico. En esta última etapa, mi cámara de fotos quedó en el lugar equivocado, no cámara, no fotos. Eso que parecía un problema, me dejó disfrutar de cada paso sin interferencias. De vez en cuando hay que desconectar de todo. Quien ha llegado a Santiago caminando lo sabe, esa entrada a la plaza del Obradoiro, no se puede describir por muchas veces que lo hagas. 

Hemos llegado, mi peregrina favorita ha culminado su reto con matrícula de honor, y yo con suficiencia. La familia nos espera, estamos que no cabemos en nuestro cuerpo, aunque el mío es grande.


Todavía me emociona recordar este momento.

El ambiente peregrino inunda la plaza.


Lo logramos.

Mención especial a esta pareja de peregrinos paralelos.

Y rompiendo la magia del momento, las viandas.



Una semana en Galicia que nos ha vuelto a marcar. Sin tener en mente volver al Camino, no me arrepiento de haberlo hecho. Hemos caminado, y lo que es más importante, nos hemos empapado del camino, con sus cosas buenas y menos buenas, pero es lo que toca vivir en estos tiempos. 

Pensando en nuevas metas, planificando nuevos caminos. Volveremos.


Hasta pronto!!!