Barranco de Fuencaliente, La Escaleruela.

Domingo, 10 de Noviembre de 2019.

Nos presentamos en Noviembre, y por fin este otoño empieza a poner cara invernal. Una ligera nevada en algunas zonas de la serranía, nos empuja a encaramarnos a algún alto en busca del blanco manto. Hoy hemos preparado una ruta de exploración, volvemos al barranco de Fuencaliente, ya estuvimos por aquí hace unos meses, para buscar un antiguo camino que vimos en una entrada del Blog  Magia Serrana. Se trata de subir a la parte alta de los farallones rocosos que delimitan este barranco y que podemos ver desde la carretera de Tragacete. En el mapa encontramos la Escaleruela, y es por esta zona por donde sube el camino.

Sobre la marcha decidiremos si hacemos ruta circular, o de ida y vuelta. Una vez que subamos a la parte más alta, son varias las opciones que se nos presentan, podemos bajar a la zona del Almagrero, con lo que haríamos ruta de ida y vuelta, podemos ir al Peñalba, o simplemente buscar alguna otra bajada al barranco de Fuencaliente.

Con el vehículo estacionado junto a la fuente de fuencaliente, empezamos la caminata en esta fresca mañana de otoño.

El viejo camino, con sus muros de piedra, trazando lazadas en la subida. La nieve ha sorprendido a los Robles, todavía en modo Otoño.


Mientras nos preparamos para caminar, echamos una mirada a la Sierra de Tragacete, con el Gamelloncillos cubierto por una fina capa de nieve.

Y delante de nosotros, el objetivo de hoy, encontrar la subida a aquellas cornisas.

Pasamos junto a al pintoresca fuente.

Y nos encaramos en el barranco de Fuencaliente, vamos caminando por los restos de un carril que nos sube suavemente.

Hoy se mezclan otoño e invierno, la tímida nevada y un poco de escarcha adornan los prados.

El sol empieza a asomar, pero corre un vientecillo traicionero. Caminamos en dirección a Tragacete, en busca de señales que nos indiquen el camino.
Llegamos al punto clave, estas piedras, en el punto donde el camino se encuentra con el carril por el que caminamos, indican que estamos en la buena dirección.



Siguiendo las indicaciones de Toni, en el blog Magia Serrana, no hay pérdida, dos piedras junto al carril, nos indican que hemos llegado a la intersección con el camino. A pesar del paso del tiempo, todavía se intuye perfectamente el trazado de esta antigua vía, aún conserva sus muros reforzando curvas y repechos, poniendo un poco de atención, subimos en un momento a la parte alta de los farallones.


Como vamos ganando altura, empezamos a tener muy buenas vistas de la zona, y Huélamo hoy va a ser protagonista en nuestras imágenes.

El agua es vida, y ya llena estas bañeras naturales tras la sequía de este año. Se nota perfectamente que los animales la tienen en pleno uso. 

Mientras tanto, al otoño lo ha sorprendido esta nevada tempranera, hoy vemos la mezcla de colores típicos otoñales, salpicados de invierno.

Bellas estampas.

Zigzagueando, vamos ganando altura entre la vegetación mixta de Robles, Pinos y otros arbustos de la zona.

Y al ganar altura,  vemos allí al fondo Huélamo, que nos lo acercamos con el zoom y vemos que tiene sus praderas cubiertas con la escarcha de esta mañana.

Y enfrente de Huélamo, Peña Rubia, que reluce al sol otoñal. Muy buenas rutas hemos hecho por allí.

Sobre nosotros, los cortados de esta sierra, a contraluz.

Este camino debió tener su importancia en aquella época, a juzgar por el gran trabajo que hay en su trazado.

Muros y refuerzos,  que acusan el paso de los años, en algunos puntos con grandes desprendimientos. Estamos atravesando la zona de las grandes rocas.

Este tramo final de la ascensión, gana en desnivel.

Y llegamos a la parte alta, abajo vemos la finca de La Serna, y arriba la sierra de Tragacete.

Hacia Huélamo, Peña Rubia y el cagigal a la izquierda.

Y la nieve que cubre los arbustos.

Y el suelo, no en vano estamos a 1600 metros de altitud.

Una vez arriba nos planteamos varias posibilidades, si seguimos por esta parte, llegamos al Puntal del Portillo Pelado, sobre el Arroyo Almagrero en la Herrería de los Chorros.
En este punto, tenemos varias opciones, pero la que gana fuerza es caminar en dirección al Peñalba, y buscar alguna bajada al Arroyo de Fuencaliente para hacer la ruta circular. Sabemos que desde la cabecera del barranco podemos bajar fácilmente, pero nos arrojamos al abismo un poco antes. De momento, buscamos un poco de abrigo del viento para almorzar, y echamos un vistazo a todo lo que podemos divisar desde aquí.


El inicio del Barranco, donde hemos empezado la ruta.

La sierra de Valdemeca con el Collado Bajo.

La sierra de Tragacete, con Peña Rubia, el Gamelloncillos y la Bandera.

Y La Mogorrita, con su cresta descendente.

Después de la parada técnica, reanudamos la marcha por esta especie de cresta.

Con Huélamo a nuestra vera.

Una toma un poco más lejana. 

La nieve se agarra a las piedras en estas laderas azotadas por los vientos.

Estamos caminando en dirección al pico Peñalba, delante tenemos la Majada de las Cabras, con similar altitud que Peñalba y por el que solemos hacer nuestras ascensiones a esta cumbre serrana. Hoy no vamos a llegar, pero saldría una gran ruta, para volver por el mismo barranco de Fuencaliente al punto de inicio. Ya está apuntada para más adelante.

De repente se oye, ¡por aquí!, y zasca, dejamos la cresta y nos arrojamos ladera abajo para buscar una bajada al barranco e ir volviendo.

La cosa se pone empinada, pero siempre encontramos los pasos de animales, que nos indican el camino.

Bajamos entre los bloques de caliza.

Un poco emboscados buscando los mejores pasos.

Buena combinación Otoño invierno.


A pesar de la trepidante bajada, nos vamos fijando en las pequeñas cosas, siempre es bueno.

Desde aquí, alcanzamos a ver incluso Tragacete.

Venimos de allí arriba.

Y en un momento estamos en el fondo del barranco, todo en orden. Ahora caminamos por donde bajamos en una ruta anterior, en la que subimos al Peñalba, esto ya es terreno conocido.

Desde aquí abajo, destaca la verticalidad de estas fajas.

El sol hace acto de presencia.

Realzando aún más si cabe, estas formas tan diversas.

Y estas paredes verticales.

Echamos un vistazo a estas laderas mixtas de Roble y Pino, por las que subimos esta mañana.

Y solamente nos queda bajar por el estrecho, y poner fin a la ruta. 

Otra buena mañana en el monte, una ruta por caminos ancestrales y pasos de bestias, que nos deja un buen sabor de boca, y los tercios de después también. 

Hasta pronto!!!





Pr Cu 36 Sendero de la hoz del Huécar, Palomera - Molinos de Papel

Sábado, 26 de Octubre de 2019.


El otoño, es una estación ideal para recorrer las hoces de los dos ríos que envuelven a la capital conquense. La hoz del Júcar, desde la capital hasta el cruce con la carretera que va a Valdecabras, con su carril bici y los senderos que la recorren a ambos lados de la hoz, nos ofrece recorridos de distintas longitudes para el deleite del caminante.

La hoz del Huécar, tiene mayor longitud, ya que podemos considerar que desde su nacimiento en el Bodegón más arriba de Palomera, hasta su desembocadura en el Júcar, todo el trayecto discurre por una hoz, de roca hasta entrar en la capital bajo el puente de San Pablo, y una hoz urbana hasta la desembocadura en San Antón. Una vez más, tenemos varias sendas para disfrutar de estos paisajes del Huécar.

Hoy escogemos el tramo entre Palomera y Molinos de Papel, para hacer el Pr Cu 36, Sendero de la hoz del Huécar, un trazado señalizado dentro de la red de senderos de Diputación, del que podemos informarnos en este enlace: Ficha del sendero . Sendero de pequeño recorrido, que en primavera y otoño luce sus mejores galas. Viendo como venía el otoño, este parece un buen momento.

Esta ruta podemos empezarla en cualquiera de los dos puntos, Molinos o Palomera, nosotros vamos a empezar en Palomera, subiremos a las eras y cogeremos el sendero por la parte alta de la hoz, sobre los farallones calizos del margen derecho, hasta Molinos, allí cogemos el sendero de vuelta a Palomera junto al cauce del Huécar, caminaremos junto al río por su margen izquierdo, atravesando la exuberante vegetación de esta ribera. Una vez terminada la ruta, nos volvimos a Cuenca para darle a esta jornada un final gastronómico/cultural.


Con los cielos completamente despejados, los chopos dorados relucen al sol.

Subimos por los callejones que nos sitúan sobre la población de Palomera, y desde el mirador habilitado aquí, echamos una mirada.

Pasamos por las eras, y vemos que el rocío empieza a hacerse protagonista en las mañanas serranas.

Siguiendo la dirección descendente del río, caminamos sobre los farallones, contemplando el colorido otoñal.

Desde el mirador de la Cruz Alta, hay muy buenas vistas de la hoz, paramos y contemplamos.

Hacia Palomera, las chimeneas empiezan a humear, poco a poco bajan las temperaturas y como dice mi primo, más vale humo que escarcha.


Hacia Molinos, nos guiamos por el río amarillo.
Y podríamos estar horas sacando detalles del otoño, pero hay que seguir camino.

Llegamos a las puertas de Molinos de Papel, con las laderas de la hoz salpicadas de otoño.

Y antes de bajar al pueblo, desde el mirador, nos asomamos a la hoz, en dirección a Cuenca.

Ahora bajamos a Molinos de Papel, cruzamos la carretera y el río Huécar, y nos adentramos en el paseo botánico Huerta de las Parras, para volver a Palomera. Este paseo botánico supone la segunda mitad del sendero Pr que venimos recorriendo, ahora caminamos junto al cauce del Huécar, por el sendero interpretativo con paneles informativos, relativos a la vegetación que nos vamos encontrando. Este tramo es muy recomendable tanto en primavera como en otoño,  y si venimos un invierno helador tras un otoño húmedo, nos encontraremos un sin fin de cascadas de hielo poblando los farallones calizos, un espectáculo digno de ver.


Hoy domina el amarillo, y nos da mucho juego.

Esta parte del sendero es frondoso como una selva tropical.

Con su alfombra de hojas......

.......y sus verdes musgos en los muros.

Nos asomamos al Huécar, que todavía acusa la sequía del verano, pero resiste bien en este tramo con sus tobas cubiertas de musgo y otoño.

Se me quedaba en el tintero esta foto "fugaz" que, muy amablemente, nos sacó una señora del lugar.

Seguimos con los amarillos, a los que únicamente les falta un poco de humedad, esto con una nieblecilla coge unos colores de ensueño.

El sendero, convive en este tramo con el GR- 66.


Bajo la Chorrera del Garro, miramos atrás y nos encontramos con este ejemplar de chopo,  esbelto como el solo.

A la vuelta de estas rocas tenemos el final de la ruta en Palomera.

Apretamos el paso, esto huele a tercio.

Tras recorrer el sendero, disfrutando de las vistas otoñales, llegamos a Palomera, punto final a esta ruta de unos 7 Km. fáciles de caminar, recomendable para todo el mundo, una ruta imprescindible en el Otoño conquense. Ahora pasamos a la segunda parte de la mañana, toda ruta ha de tener un final lo más digno posible, y esta no va a ser menos. Nos dirigimos al casco antiguo de Cuenca, donde daremos un bocado en un local del barrio del Castillo, regado con los pertinentes tercios (a discreción), haremos una visita fugaz a la iglesia de San Pedro, nos asomamos a la hoz del Júcar, y rematamos en la parte nueva de la ciudad con un café bien acompañado.



Terminar así, después de estas rutas tan "duras" lo arregla todo.

Nos hacemos la foto obligada en plan turista.

Y subimos al campanario de la iglesia de San Pedro, desde donde vemos las dos hoces, la iglesia de San Pablo en la del Huécar.

El río de chopos amarillos en la del Júcar.

El monumento al Sagrado Corazón.

La Catedral y un poco del puente de San Pablo.

Inmortalizamos el momento campanario.

Que no se diga que no nos informamos.

Antes de bajar a la parte nueva de Cuenca, nos asomamos a la hoz del Júcar, buenas rutas por esta hoz también, a ver si hacemos una entrada monográfica de esta hoz.

Y de una manera completamente involuntaria, tuvimos que aplicarnos unas milhojas, por no dejar el café huérfano.



Al final, 7 km de ruta y mucho más, una gran mañana de senderismo bien rematada, esos días de relax y cargar baterías, no todo van a ser espinos y barrancos, jajajaja. Las hoces de Cuenca no tienen fin, solamente hay que animarse y recorrerlas, cada día del año nos ofrecen una cara diferente.



Hasta pronto!!!