Río Villalbilla, congelado. Serranía de Cuenca.

 Domingo, 5 de febrero de 2023.


A primeros de Febrero, el frío invierno se deja notar en la serranía. Nos acercamos al río Villalbilla, para hacer una ruta sencilla de ida y vuelta. Lo que no esperábamos era encontrarlo como lo encontramos. Con las escasas aguas que bajan, los restos de una ligera nevada de días anteriores, y las heladas constantes, el resultado es espectacular.

Dejamos el vehículo en la entrada al barranco de la rocha, y empezamos la caminata de esta fresca mañana de domingo. Junto a la tinada que hay a la entrada de la hoz, un grupo de muflones despreocupados nos esperaban tranquilos, justo hasta que sacamos la cámara. No hay foto del evento. Nosotros seguimos la marcha.


Veremos que nos depara la mañana.

En esta parte del barranco, de perfiles más bajos, el hielo no aguanta.

Nosotros a lo nuestro.

Y el buitre a lo suyo, esperando los primeros rayos de sol que calienten su plumaje.

Aparecen los primeros hielos menguantes.

Y esos corrales adosados a los abrigos rocosos, que veremos luego a la vuelta.

El barranco se estrecha.

Y el hielo acusa la subida de temperaturas de los últimos días.

En cualquier caso un lugar extraordinario.

Y frío.

A todo esto, el sol va ganando terreno y ya se refleja en las paredes del barranco.

Con sus formas características.

Aquí abajo todavía vamos a la sombra por un buen rato.

La ruta de hoy consiste en remontar este arroyo, vadeando constantemente de orilla a orilla, hoy sobre el hielo que se hace un poco delicado en algunos puntos, con riesgo de fractura y remojón.

Pero que nos deja unas bellas imágenes.

Y algo de enajenación mental. Jajajajaja.

Aquí buscando por donde cruzar.

Y el hielo.

Estos pasos estrechos son delicados.

Aunque alguno no conoce el miedo.

Cuando hay hielo, las formas son muy diversas.

Viejos troncos de antiguas cortas, inundan el barranco.

Estamos en un tramo muy umbrío, y se presta al recreo.

E inmortalizamos el momento.

Momento pensador.

Sin quitar ojo a esa fría lámina que nos tiene enamorados.

Pero la mañana avanza y el sol acecha.

Y el hielo.

Remontando el barranco, llegamos a una zona donde se abre un poco más y los perfiles laterales descienden bastante, con lo que la luz del sol entra hasta el eje del mismo. El hielo pierde consistencia y el agua empieza a fluir entre las grietas de esa blanca lámina. Es otro momento clave, en el que la corriente cobra fuerza, y el descenso se hará más delicado al tener que cruzar el arroyo constantemente. Nosotros buscamos un lugar al sol, hacemos la parada al almuerzo mañanero, y en un momento emprendemos camino de vuelta. 


Desde luego, estamos disfrutando de lo lindo.

Con esas aguas que aparecen a borbotones entre las grietas del hielo.

Y ese sol reflejado.


Cumplimos con el rito del almuerzo y emprendemos marcha de vuelta.



Ahora el sol ha ganado terreno, y hace su función calefactora.

La lámina de hielo, se ve rebosada por el caudal que crece con el deshielo.

La cosa se pone muy suave.

Con cuidado vamos descendiendo el barranco, badeando los hielos sin novedad hasta llegar a la parte baja, donde nos damos una vuelta por esos abrigos rocosos, donde ahora ya entra el sol de lleno.


Reeditamos las fotos de esta mañana a primera hora.

El medio día ha ganado la partida al barranco.

Y buscamos esas cuevas ancestrales.

Con sus contraluces.

Divagamos un poco sobre las historias que encierran estas piedras.

Y continuamos nuestra ruta.

Lugares con historia.

Pasado el medio día, ponemos punto final a nuestra ruta serrana de hoy. Por lugares con hielo e historia, lugares por descubrir, que tenemos al alcance de la mano. A un paso de Cuenca, no dejéis de buscarlos.

Es medio día y el sol ya calienta, así es que terminamos con la hidratación de costumbre.


Hasta pronto!!!








Un pequeño paseo por La Zomatilla. Las Majadas.

 Finales de año, un paseo por La Zomatilla.

Entre fiestas, siempre queda un hueco para dar un paseo por el monte, y rebajar un poco los excesos. Muy cerca de la capital, y antes de llegar al pueblo serrano de Las Majadas, tenemos uno de nuestros puntos de recreo. La Zomatilla, con vistas a la finca de La Losilla y al cañón del Júcar, es un buen lugar para apartarse durante unas horas del mundanal ruido navideño.

Además se convierte en un buen mirador para la observación de la fauna serrana. En días tan apacibles como el de hoy, los animales pacen confiados, o simplemente calientan sus plumajes en las cornisas de la zona.  

Aunque esto de hoy no se puede considerar como ruta, nos dejó buenas imágenes.

Esas cejas siempre han sido aprovechadas para refugio del ganado.

Con el invierno tan cálido que sufrimos, hasta los Gamones adelantaron su eclosión. 

En pleno mes de Diciembre surgen a borbotones.

Con el vehículo estacionado convenientemente, me dirijo directamente hacia el puntal donde se encuentra el vértice geodésico de La Zomatilla. Voy solo, y el silencio ayuda al encuentro con la fauna, que hoy es la protagonista.


Asomado al borde, ya se pueden apreciar esas brumas en el cañón del Júcar, y sobre la localidad de Uña.

Y delante de nosotros, la Losilla.

Y el Rinconcillo, por donde caminaremos dentro de un rato.

Fijándonos un poco, van apareciendo grupos de, creo que gamos.

Y algún buitre al sol.

Un poco más adelante, otro grupo de Gamos ajenos a mi presencia, de momento.

Y el majestuoso vuelo, con la Muela de fondo.

De pronto se pruduce la alerta, y en un momento, la carrera.

Puntales verdes y rocosos, sobre el Júcar.

Sigo la marcha, recorriendo estas cornisas del rinconcillo, y viendo estos viejos resguardos para ganado, bien aprovechado el voladizo.

En época de lluvias, por aquí se descuelgan las aguas creando una bella cascada, hoy apenas la reconocemos.

Esto es aprovechar recursos, techo y sol.


Los buitres siguen a lo suyo.

Y yo, desde aquí intento sacar alguna foto.

Ampliando un poco, parece que estábamos a mano.

Lujos a un paso de casa.

Yo sigo caminando, intentando robar alguna foto más al buitre, todo sea por desgastar turrones. 


Y tirando de zoom, los veo allí, asomados a la roca, en perfecto orden.

Me acerco un poco más, a ver si me aguanta un poco la mirada.....

Pero se puso digno, ¡como te acerques me lanzo!. 

Avanza la mañana y dejo tranquilos a los amigos del monte, sigo mi caminata en busca del vehículo, es hora de volver a casa.

Ya veis que no hace falta ir muy lejos, ni caminar grandes espacios, para disfrutar un buen rato en el monte. No dejéis de salir a comprobarlo.


Hasta pronto!!!