Cascada del Trabaque, desde dentro.

Domingo, 21 de Abril de 2019.


Meses de rogativas por el agua, y ha tenido que ser en plena Semana Santa cuando el cielo nos la ha enviado. Claro está, cuando hay agua lo normal es hacer una de cascadas, como teníamos pendiente volver a la dehesa de Los Olmos, decidimos hacerlo hoy, pero para ver la cascada desde dentro. Hace un año, vimos esta cascada desde su base en el blog Magia Serrana, y desde ese momento quedó pendiente intentarlo nosotros.

La cuestión es que cuando hay agua hay barro, bujes empapados, laderas resbaladizas, un sin fin de alicientes que hacen la mañana la mar de entretenida.

Dejamos el vehículo en el carril de entrada a la Cañada Espinosa, y subimos a la muela para buscar la cabecera del arroyo de la Dehesa, por donde bajaremos en busca del puntal por el que nos metemos al barranco y llegaremos a la base de la cascada.

La ruta es sencilla, pero para bajar al arroyo de la Dehesa hemos tenido que emplearnos un poco entre el bujedal, teníamos a tiro el arroyo pero había que enfangarse un poco, nada a lo que no estemos ya acostumbrados, al final pasamos una mañana extraordinaria.



Uno de tantos rincones mágicos de la serranía de Cuenca.

Empezamos la caminata, con los prados despuntando en verde, estas aguas de Semana Santa van a dar el empujón definitivo a esta primavera.

Subiremos a la parte alta de esta pequeña muela.

Una vez arriba, tenemos de frente la cabecera del arroyo de la dehesa, detrás del pinar.

Vamos como por una alfombra mullida. 

Y nos asomamos al arroyo de la Dehesa, tenemos que alcanzar el puntal de la derecha de la imagen, pero primero debemos salvar la barrera de buje, pinos y espinos que tenemos a nuestros pies.

Pero antes echamos una mirada allí a lo lejos donde tenemos los Arces, están en modo primavera, despuntando sus nuevos brotes.

Después de luchar contra los elementos, llegamos a una zona más amable del arroyo, ya podemos caminar tranquilamente.

Viendo como fluye el agua por todos los rincones, aportes que van alimentando este arroyo.

Llegamos a esta represa artificial, totalmente naturalizada, que sirve de reserva para días venideros.

Estamos a punto de cruzar el camino que lleva a la Dehesa de los Olmos.

Dejamos la rambla del Morciguillo a un lado, luego volveremos por allí, y continuamos la ruta.

Nos gustan estas cosas.

Las aguas del arroyo se descuelgan alegres hacia el encuentro con el Trabaque.

Creando esta bella cascada una vez cruzado el camino.

Esto ya merece una ruta, pero hay que seguir hacia el objetivo principal de la mañana.

Vamos por la parte alta del Arroyo de la Dehesa, en busca del paso hacia el barranco del Trabaque. La primera intención era volver luego por allí abajo, pero ya vemos que eso sería algo temerario.

Las Sabinas se adueñan del paisaje.


Una buena colección de troncos añosos.

Un lujo que tenemos a tiro de piedra.

Nos ponemos enfrente de la Casa de Los Olmos, separados por el barranco del Trabaque en el centro de la imagen.

Y empezamos a bajar al barranco por este desplome de roca suelta y barro, bajamos un poco más y continuamos avanzando por la ladera.

Nos topamos con este gran Tejo.

Y enseguida alcanzamos a ver nuestro objetivo de la mañana.

En un rincón de una belleza como pocos en la serranía.

Una perspectiva nueva, para esta cascada tantas veces visitada.

Para nosotros venir a Los Olmos es como andar por casa.

Y hoy la encontramos espectacular.

Golpeando alegremente la base de toba que está formando en su caída.

El avance hacia la cascada, por esta ladera enfoscada de vegetación, está siendo algo trabajoso, el fuerte desnivel, unido al barro y la vegetación nos hace trabajar. Al final nos damos cuenta de que lo mejor es avanzar lo más pegado a la roca como sea posible, con cuidado, la roca está algo suelta en estos bordes degradados, mi cabeza es testigo. 


Y pegados a la roca, pasamos bajo esta otra cascada que se forma en otro arroyete cercano al principal.

Objetivo alcanzado, estamos en la cascada del Trabaque.

Con las curiosas formas en su base, a fuerza de tiempo y agua.


Una buena cortina de agua.

Con su efecto hipnótico característico de estos fenómenos.

Llegados a este punto, lo que toca es parar, disfrutarlo y almorzar, hacemos la parada acostumbrada para reponer fuerzas antes de emprender camino de vuelta. Lo cierto es que este lugar nos atrapa, podríamos quedarnos aquí todo el día calculando, sin éxito, el caudal de la cascada. 


Le echamos una última instantánea, antes de volver.

Y dejamos allí, reposando, al monstruo dormido de su base. ¿A que nos recuerda?

Volvemos sobre nuestros pasos, viendo todo el cañón del Trabaque, y el gran tejo a nuestros pies.

Y al otro lado del Barranco, la dehesa del Perdigamo. 

Salimos del Barranco y nos topamos con los grandes Arces en pleno resurgir primaveral.

Y grandes Robles, a estos les falta un poco más-

Y con este detalle del gran tronco de Roble terminamos la ruta de hoy.

Cumplido el objetivo de la mañana, solo nos resta desandar el camino recorrido hoy, volvemos prácticamente por el mismo sitio que vinimos, aunque intentamos librar la zona más densa de buje para no demorarnos en la vuelta, cosa que logramos con éxito gracias a la pericia de Alfredo buscando "autopistas" jajaja, miedo me da cuando lo escuchamos decir lo de "esto es una autopista".

El caso es que nos salieron unos nueve kilómetros de ruta, en una mañana fresca y húmeda de esas que nos gustan a nosotros, y en un entorno único en la Serranía. Hoy también hubo tercios, en algún lugar de la Serranía de Cuenca.

Hasta pronto!!!






Por el Lapiaz de La Muela. en Las Majadas.

Domingo, 7 de Abril de 2019.

Hoy volvemos a La Muela de La Madera, hace unos años estuvimos viendo parte del lapiaz de la zona norte de la muela, lo podemos recordar en el siguiente enlace Tormo Montero , y nos dimos cuenta de que esto es muy extenso y habría que volver. Vistos los mapas, el lapiaz se extiende por todo el norte y oeste de la muela hasta Los Callejones, esta es la parte a la que vamos a ir hoy.

En esta ocasión, no nos detenemos en los Callejones, pero los podemos recordar en alguna de nuestras rutas anteriores, como en esta visita en primavera Los Callejones. Pasamos de largo para caminar sobre la roca e ir descubriendo todo lo que se esconde aquí. Con lo que no habíamos contado, es con la nevada primaveral que nos ha dejado el frente frío de Abril, cosa que nos agrada, pero que ralentizó la marcha y no pudimos completar el recorrido previsto, pero da igual, volveremos enseguida a ver estos parajes cuando avance la primavera, que con esta nevada se presenta bonita.





Cualquier abrigo rocoso, es aprovechado por los pastores para el refugio del ganado.


Empezamos en Los Callejones, con todo cubierto de nieve, en una imagen puramente invernal.

Y nevando, que según llegamos aquí ha empezado a nevar.

En la parte trasera de los callejones, encontramos los restos de lo que parece un viejo horno de cal.

Dejamos atrás el mar de piedra y seguimos avanzando, la mañana promete.

Un pequeño abrigo en la roca, y su muro para ganado.

Desde luego que aprovechaban bien todos los recursos.

Hoy hay que tener cuidado, la nieve puede tapar agujeros que nos darían un susto, o un disgusto.

Seguimos encontrando corrales, este más grande.

El paisano que lo hizo, se empleó a fondo con el muro, materia prima no le faltaría en la zona.


Según avanzamos, cada vez encontramos más nieve.

Y una niebla densa, de las que te desorientan en un momento, nosotros solemos llevar Gps únicamente para no perdernos, hoy ayuda.

Esta mañana nos tiene fascinados.

Entre los mares de piedra, callejones llenos de vegetación, invadidos de plantas espinosas.

Y de vez en cuando, un Tormo.

En imposible equilibrio.

Preparando la ruta de hoy, hemos marcado en el mapa algunos puntos de interés, por los que debemos pasar esta mañana. No va a a ser fácil por las condiciones del terreno, aunque la nieve está bastante bien para caminar, la abundancia de roca y posibles oquedades ocultas por el blanco manto,  nos hacen ir con cuidado. Y por supuesto, igual que en cada ruta de esta temporada, hay zonas en la que los pinos volcados nos lo ponen mucho más entretenido.

El siguiente punto que vamos buscando,  es la cueva de Los Tocinos,  un buen lugar para almorzar, lo tenemos marcado en el mapa pero no sabemos si la lograremos encontrar, o si lo que encontramos es lo que vamos buscando



De momento seguimos inmersos en la densa niebla.

Sobre la roca, sorteando los callejones.

Y disfrutando de este día que nos regala esta primavera. 

Según nuestro mapa, estamos en la zona que indica como cueva de Los Tocinos. Realmente no sabemos si la cueva es tal, o se refiere a algún tipo de abrigo rocoso. Nosotros bordeamos las rocas que encontramos en la zona, los bujes nos lo ponen gracioso, y algunos pinos también.

Como la mañana está muy fresca, las aguas que escurren de la roca se convierten en hielo.

A los pies de estas rocas, encontramos otro horno de cal.

¿Veis como está el patio?

Estamos en la hora prescrita para el almuerzo y tenemos que buscar refugio.

Y estas rocas nos lo van a prestar.

Aunque los adornos, calor....... no es que nos ofrezcan.

El caso es que nos ponemos a cubierto, y hacemos lo propio, mientras Rebeca inmortaliza el momento.

Hacemos la parada de costumbre, en un paraje mágico, rodeados de roca y pino engalanados con la nieve y la cencellada que el gélido viento va formando en las ramas. En este momento ya somos conscientes de que no llegaremos a completar la ruta, y de que este paraje merece otra visita con otras condiciones meteorológicas que nos permitan verlo en toda su dimensión. Hoy nos está mostrando su cara más dura, esta primavera se presenta más amable, volveremos.


El caso es que estamos rodeados de roca y pino, cubiertos de invierno.

Y nos dejan imágenes únicas, como este albar cubierto de cencellada.

O este pino Bonsai, aferrado a la roca.


No hay mejor lugar donde almorzar esta mañana.

Continuamos la marcha, en busca de una construcción insertada entre las rocas, y pasamos por algún arco de piedra.

En estos paisajes rocosos nunca falta un arco.

Ni un pino luchando por la vida en lo alto de una roca.

Atravesamos el arco para seguir camino.


Una curiosidad, nos vamos encontrando zonas de roca cubiertas de nieve, y otras donde no ha cuajado. Suponemos que estas tienen mayor desarrollo subterráneo, mayor profundidad, y transmiten el calor interno a la superficie.

El caso es que la cosa se está poniendo algo enmarañada.

Llegamos a una zona donde nos tenemos que pelear un poco con el Buje

Casi siempre nos gana el,o  por lo menos nos da una paliza.

Salimos del embosque, y nos metemos en un mar de tormos.

Muy variados.

Vamos buscando el corral, tiene que estar entre estas rocas.

Hasta que aparece un poco más adelante.
Muros robustos aprovechando bien los tormos como referencia.



Todavía quedan restos del marco de entrada.

El gran tormo preside el corral.

Y otro la entrada.


La tina, presenta serios síntomas de derrumbe.

No así el muro, robusto y muy bien formado.

Las que van ganando la partida son todas las espinosas.

En este punto decidimos emprender la vuelta, nuestra intención era llegar a Tormo Montero y pasar por Cueva Lóbrega, pero lo vamos a dejar para otro día. Ahora buscamos el camino de Las Majadas, que transita por esta ceja norte de La Muela, y caminando cómodamente volveremos a Los Callejones, donde tenemos los vehículos, en un santiamén. 


Pero antes nos hemos de enfrentar al medio.
Y es que la cosa está entretenida en muchos puntos.



Finalmente, llegamos al camino y pusimos fin a la ruta de hoy. Una buena ruta, disfrutando de las condiciones de la mañana, y de este manto blanco que nos sorprendió una vez más en Abril. Terminamos una ruta de unos 12 km. de esas que tanto nos gustan, campo a través y con nieve, ¿se puede pedir más?. Si, unos tercios en Villalba, como está mandao.


Hasta pronto!!!