Picón de Royo Frío, Las Catedrales. Serranía de Cuenca.

 Domingo, 10 de Julio de 2022.


Ya en Julio, una mañana de esas en la que estamos bajos de efectivos, sin rumbo fijo, nos vamos a dar una vuelta por La Muela. Desde Uña, cogemos el carril que nos acerca al rincón del Arroyo de La Madera, lo vadeamos, y en la subida hacia Las Catedrales, estacionamos. La ruta de hoy consiste en subir a la parte alta de La Muela, y seguir por sus bordes oteando horizontes. 

Con el vehículo a buen recaudo, empezamos la caminata por el carril que nos deja en el paraje de los huertos de La Solana. Desde allí, enlazamos con el Pr de las fuentecillas y los callejones, para ponernos en lo mas alto de la roca. Bordeamos hasta llegar a la entrada a Las Catedrales, para bajar en un momento al punto de partida. Una ruta corta pero intensa.


Cuando vamos por el monte, lo mismo nos fijamos en lo más grande.

O en los pequeños detalles, esas geometrías naturales.

En la roca firme, que nos rodea.

O en esas procesiones a destiempo, en pleno mes de Julio. No recordaba ver Procesionaria en Julio.

El caso es que este maldito año, en lo que al clima se refiere, nos ha dejado datos que jamás pensaríamos llegar a conocer. Ahora, escribiendo esta entrada, en vísperas del puente de Los Santos, con temperaturas veraniegas, nos damos cuenta de la catástrofe que se nos viene encima. Pero aquí no estamos para eso, ya lo veremos. De momento estamos para contar nuestra ruta de esta mañana.

Y mirando hacia arriba, vemos por donde volveremos un poco más tarde.

Avanzamos rápido, en un momento estamos en la senda de subida a La Muela. Unas semanas atrás, hicimos otra ruta por la zona, y sacamos unas vistas de la subida, desde otra perspectiva.


Y vimos esta roca, muy conocida en la zona, coronada por algún elemento extraño.

A punto de coronar La Muela, vemos que hay un inquilino sobre ella. 

Tan tranquilo, tomando el sol de la mañana.




Ya estamos arriba, ahora caminaremos por aquellos bordes, hasta el Picón de Royo Frío.

Encontrando nuevos caminos.

A punto de ser engullidos por la roca.

Y con el siguiente objetivo allí delante de nosotros.

En estos bordes rocosos, reino del buitre, este tuvo un mal final.

Una mirada atrás, magníficas paredes.

Y un poco más allá, Las Majadas. Estamos en el Picón de Royo Frío, un gran mirador al cañón del Júcar, y mucho más.

Delante de nosotros, la finca de La Losilla, en el centro, junto al tronco del pino, el sifón del canal, y a la izquierda la subida hacia Garcielligeros. Buena parte de la nuestra ruta anterior.

Este es el punto donde paramos a almorzar, y parece que a meditar un poco.

Siguiendo con las vistas, nos acercamos al Rincón de la Primavera, donde el arroyo del Molinillo se descuelga hacia el Júcar.

Un buen posadero del Buitre. 

Como este.

Desde aquí llegamos a ver hasta el Campichuelo. 

Hacemos la parada del almuerzo, descansamos un momento viendo los horizontes, y continuamos la marcha recorriendo estos cortados hasta llegar a Las Catedrales, por donde bajaremos al punto final de nuestra ruta. 


Detrás de estos puntales está el pueblo de Uña.

Y aquí abajo, el cañón del Júcar.

La roca se dispone de maneras caprichosas.


Ha trabajado mucho la erosión.

Para crear esta maravilla.

Otro elemento indispensable en estos lugares. Esos pinos que aguantaron tempestades hasta el final.

Avanzando, ya vemos que estamos entrando en el rincón del Arroyo de la Madera, por donde tenemos que bajar.

Y a nuestros pies, naranjito nos espera.

Pero la vista se nos va hacia atrás.

Y hacia adelante.

A esos pinos que desafían a la gravedad.

Y a los cielos, que en un momento se han puesto amenazantes.

A este le importa poco.

Vamos a ver si nos libramos de la tormenta, que por otra parte es muy necesaria.

Se ha puesto la mañana un poco turbia, pero al final nada de nada. Encontramos la bajada por Las Catedrales, nos metemos en sus callejones empinados, y con mucha precaución por las precarias escaleras de madera, descendemos a la parte baja del cortado. Yo recomiendo hacer esta ruta de subida, es mucho más seguro.


Nos metemos de lleno en los callejones.

Donde la humedad aguanta, aquí no entra el sol fácilmente.

Hoy, el camino está seco, la bajada con agua se haría en plan tobogán. 

Los musgos, helechos y demás plantas asociadas a estos entornos, colonizan las paredes.

El viejo tronco se resiste a desaparecer.

Un entramado de estrechas calles.

Jardines verticales, tan de moda ahora, llevan siglos colonizando nuestras rocas.

Finalmente descendemos por esta precaria escalinata, que acusando el paso del tiempo, se deteriora rápidamente. Cuidado a quien se aventure a pasar por aquí.


Llegados a este punto, solamente nos resta descender por la empinada senda, junto a la Cueva del Tío Manolo, para llegar al punto donde tenemos el vehículo. En un momento estamos en el final de la ruta. Una buena mañana en el monte, recorriendo abismos y callejones.  De vuelta, paramos en Villalba para rehidratar.


Hasta pronto!!!




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