Por la Sierra de La Madera y Arroyo Valduérguina. Serranía de Cuenca.

 Domingo, 6 de Febrero de 2022.


Empezando Febrero, hoy nos vamos a la Sierra de la Madera. Vamos a caminar por el Arroyo Valduérguina. Por aquí ya hemos estado varias veces, pero hoy haremos un nuevo recorrido. Cuando decidimos volver a un lugar, siempre es bueno mirar el mapa para buscar darle una vuelta. En otras ocasiones lo hemos remontado en alguno de sus tramos, pero hoy lo vamos a hacer de bajada, para lo cual tenemos que buscar como llegar a un tramo más alto de su recorrido.

Mirando el mapa, aparece un viejo camino ya casi renaturalizado, que sube desde la carretera junto a la cola del embalse de La Toba, entre los kilómetros 44 y 45 hay un ensanche donde dejar los coches. Buscamos la entrada casi perdida del camino y empezamos a subir hacia la Sierra de la Madera. Nos vamos guiando por los restos casi inexistentes del camino, los pasos que van dejando marcados los animales, y en muchos puntos sin na de na. Pero como se trata de subir a la parte alta, mucha pérdida no hay. 

Una vez arriba, recorremos varios parajes de esta sierra de la Madera, hasta llegar al vallejo por el que bajaremos al barranco de Valduérguina. Luego allí abajo todo será roca. Un lujo de ruta de las que hacen afición. Además hoy nos acompañan casi por casualidad, Valentín Casado y Miguel Angel, dos manchegos muy serranos. 

Henos aquí haciendo un poco el ganso.

Hemos aparcado los vehículos, y empezamos la subida. En Cuenca es raro no empezar una ruta subiendo.

Abajo vemos la carretera, y en las paredes de Peña Betaya a nuestras espaldas, el sol va ganando espacio.

A lo largo de toda esta ladera por la que caminamos, encontramos restos de viejos muros, no sabemos si delimitarían el camino, el caso es que de camino poco vamos encontrando.

Lo que está claro es que aquí hubo movimiento antaño.


Como de costumbre, ya vamos campo a través buscando la parte alta de esta sierra, y paramos a coger aliento y a otear el horizonte, nos encontramos con Monteagudillo siempre inconfundible.

Cuando llegamos a la parte alta, estamos según el mapa en El Sabinar.

Tal cual.

Estamos en un monte mixto a base de Sabinas y pino Negral, vamos a recorrer esta parte de la sierra que discurre casi paralela a la carretera que sube a la sierra, río arriba. Pasaremos frente al merendero del Molino de Juan Romero, luego ya nos bajamos al barranco que hoy nos ocupa. 


Dejamos el Sabinar, y vamos a caminar a partir de aquí por los magníficos pinares de estos montes, a pesar de la plaga de procesionaria, que este año está muy madrugadora.

Un poco más adelante, vemos donde desemboca el viejo camino que tratábamos de seguir. Nosotros venimos por la derecha, el camino lo perdimos hace un rato. Y allí muy centrado en el horizonte, Monteagudillo de nuevo.

Pero como vamos avanzando, pues vamos viendo otros parajes que ya conocemos. Como el barranco de los Bañaderos que desemboca en el Júcar a la altura del Molino de Juan Romero.

El pico Cerecea, al que fuimos hace unos años en una fría mañana de Enero. Podemos recordarlo aquí Subida al Cerecea. Éramos más jóvenes.

O el Cerro del Castellar, donde hay un Castro Celtíbero. Nosotros hemos estado también allí, pero podemos recordarlo mejor en esta entrada del Blog Magia Serrana. El Castro de la Peña del Castellar.

Seguimos caminando, y ya sabéis que tenemos fijación por estos restos en crestas y bordes serranos. Dan mucho juego.

Pero como más nos gusta verlos es así. Y aquí paramos a almorzar.

A la sombra de los pinos.

Paramos un rato a tomar fuerzas, ahora caminaremos un buen rato por un viejo carril que nos acerca al barranco en cuestión, el pinar se adueña del entorno, la mañana avanza y tenemos una temperatura inmejorable para la época en que estamos. 


Desde aquí arriba tenemos buenas vistas, allí vemos La Modorra y el frente de Peña Betaya en los bordes de La Muela de la Madera. inconfundibles. En primer plano, la terrible plaga de procesionaria, que tiene el monte arrasado en estos parajes.

Vamos viendo mojones e hitos por toda esta zona.

Y los grandes ejemplares de negral, aguantando el tirón.

Junto a los restos de esta tiná, encontramos el vallejo por el que vamos a bajar a Valduérgina.

Vamos allá, por un vallejo amable, iremos descendiendo, ahora todo el trayecto que nos queda en esta ruta, es en descenso.



Y en un momento estamos sobre el blanco lecho del Arroyo Valduérguina. Por aquí las aguas bajan solamente en épocas muy lluviosas.

Igual nos subimos al pino.....

Que levantamos el pino. Lo nuestro es pura fuerza.

Este es un arroyo muy transitable, cauce ancho y sin grandes desniveles que superar.

Veníamos de unas semanas con buenas heladas, pero en dos días, los hielos están menguando.

Un pequeño salto que superar.

Nada complicado.

El sol de esta mañana va calentando poco a poco.

En estos puntos donde se estrecha un poco el cauce, nos da una idea del nivel que pueden alcanzar las aguas en los momentos cumbre.

Estas pozas, con agua.....

Las gruesas capas de hielo que han quedado en vacío al filtrarse las aguas, nos da la pista sobre la porosidad de este terreno.

Una maravilla, llevamos ya una buena caminata, la roca nos va poniendo las piernas a tono.

Vamos pasando con cuidado estos puntos helados.

No sea que nos lavemos los pies al fresco.

Solo nos falta el agua.

Por que al barranco no le falta ningún atractivo.

Como esta piscina helada, donde Susana valoraba dar unos pasos de patinaje.

Nos vamos acercando al final de este recorrido de hoy.

Aprovechamos las viejas vías de saca de madera que discurren junto al barranco, para relajar un poco las piernas.

Pero no podemos evitar acabar de nuevo dentro del cauce.

Hemos recorrido varios kilómetros de arroyo, sobre su duro y blanco lecho. Hemos superado sobradamente el medio día y estamos buscando ya el modo de hidratación, la mañana se ha puesto muy primaveral. 


Pasamos sobre el viejo puente por el que discurría la antigua carretera, antes de ser reparada.

Tenemos ya el embalse de La Toba a la vista.

Y terminamos de nuevo en los vehículos, con esta vista del embalse y la ceja de Peña Betaya presidiendo. Un lujo de mañana.


Hoy hemos vuelto a pasar una buena mañana en el monte, unos 13km. con una ruta de esas que más nos gustan, un poco de exploración al principio, y recordando el arroyo Valduérguina, que ya conocíamos anteriormente, muy bien acompañados esta mañana, con gente a la que no asusta nada de nada, una ruta que hace afición. 

Lógicamente, terminamos en Uña con los tercios pertinentes, preparando nuevas aventuras, y disfrutando de una mañana primaveral en pleno invierno, y es que las estaciones están un poco locas, no hace falta recordarlo.

Os dejo el enlace con el trazado de esta ruta sin igual: 

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/valduerguina-94607939






5 comentarios:

  1. Magnífico, como siempre. Muchas gracias. Cualquier día me voy a subir yo también

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    1. Gracias Luis, un placer que te gusten nuestras publicaciones, ya veo que eres un buen seguidor. Gracias.
      Esta vez caminamos por unos parajes espectaculares, bueno, como casi siempre, pero todo esto cercano a Valdeorinas me gusta mucho.
      Un saludo.

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  2. Hola Luis.

    Esas charcas heladas en esas angosturas de roca son una preciosidad. En todos estos años y solo he visto el arroyo de Valduerguinas con agua corriendo dos o tres veces. ¡Que manera caliza de tragarse el agua!

    Curiosamente toda esa zona que habéis recorrido tuvo mucho trasiego a lo largo de la Historia. Primeramente, tocando el Medievo, por allí estuvo el Despoblado de Valduerguinas. Mas adelante, todo lo concerniente a la Mina Pepita, y también, los restos de una aldea ganadera, las Casas de Pinillo o del Pajar de Pinillo, que serán posiblemente los restos que visteis de corrales. Todo esto lo sé por mi primo Guillermo que un investigador de restos históricos.

    Un saludo.

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    1. Joer, como me alegran tus explicaciones¡¡¡¡¡ tendré que volver y buscar mas información. De Valduerguinas me hablaba un guarda de caza de cuando subíamos a la Reserva. Mariano Guaita. Gran hombre. Y ahora me he ido acordando...

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    2. ¡Que manera caliza de tragarse el agua! me encanta esta frase. jajajaja.

      Nosotros con agua una vez y muy poca. Pero aún así el barranco es muy majo.

      Es cierto que esta zona debió tener mucha actividad, las casas del Pinillo quedan a la otra vertiente del barranco, ya pasamos por allí en otra ocasión.

      Un saludo Toni.

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