Intento de subida al ibón de Bernatuara. Viaje al Pirineo.

 Viernes, 29 de Octubre de 2021.


Si te gusta el senderismo, un destino obligado siempre que sea posible, son LOS PIRINEOS, así con mayúsculas. Y nosotros hoy volvemos a Pirineos, por mi parte cinco años después, por parte de mis acompañantes en este viaje, algunos más. El caso es que hemos formado una pequeña expedición (contar con todo el grupo es complicado), cada uno con sus recuerdos, y cada uno con sus achaques, jajajajajaja, bueno eso es otra historia que ahora no viene a cuento, pero que podría haber dado al traste con el viaje. 

Avanzado el mes de Septiembre, surge la posibilidad de hacer este viaje en el puente de todos los Santos, y sin pensarlo nos apuntamos de cabeza. La idea es venir a estas tierras y si es posible conocer un poco el Otoño en Ordesa. Cada año es un mundo y este en el que nos encontramos, no es menos, el final de verano fue lluvioso y ahora el comienzo de otoño viene de lo más seco y cálido. Justo unos días antes de nuestro viaje, se anuncia cambio de tiempo con previsión de lluvias abundantes, casi torrenciales, ese riesgo lo vamos a correr gustosamente.

Solucionado el asunto del alojamiento, con sede en Torla (estaremos en deuda permanente con Juanillo), preparamos someramente unas rutas a desarrollar según venga el tiempo. El objetivo es disfrutar del otoño en estas mini vacaciones, sin venirnos muy arriba. Solo con poder estar aquí, ya tenemos mucho ganado.

Dicho y hecho, el jueves 28 de Octubre ponemos rumbo al paraíso. Las previsiones se van confirmando, viene agua. Si esto pudiera parecer un inconveniente, al final pudimos comprobar que fue todo lo contrario. Cuando llueve de esta manera en estas tierras, el agua se muestra sin reservas inmediatamente, y nosotros vamos a disfrutar del espectáculo que se nos viene encima. Otoño y agua, dos en uno, no podemos pedir mucho más.

Jornada de aproximación, y pasado el medio día llegamos a Torla. Vamos tomando contacto con nuestro destino, el otoño se ha apoderado de estos valles. Dicho lo cual tengo que hacer una advertencia, si viajáis en coche, el conductor ha de ir en modo visión hacia adelante. El impacto visual, una vez atravesamos el puerto de Monrepós, y nos dirigimos a Sabiñánigo y Fiscal, puede ser letal. No digo más, modo conducción y luego ya disfrutaremos de las vistas.

Una vez acomodados, toca dar un paseo por el lugar. No nos vamos a extender en imágenes de Torla, de sobra viajan por todas las redes sociales, pero claro, es inevitable, y más cuando tenemos el encargo de enviar imágenes de Mondarruego. La verdad es que se nos está mostrando esquivo, nos va a costar unos días sacar esa típica foto, pero al final sucumbió al objetivo.

Desde casa, la imagen con la que desayunamos cada mañana. La cumbre de Mondarruego se muestra oculta por la niebla, somos pacientes, ya caerá.

Si caminas por Torla, esta torre es inevitable.

Pero a nosotros se nos va la mirada a estas laderas multicolor.

Desde cualquier punto del pueblo, mirando a través de sus callejones, tenemos el Otoño a tiro de piedra.

La variedad de colores es inabarcable.

Nos acercamos al centro de interpretación y parada de autobuses, tenemos que informarnos de los horarios para subir a la Pradera de Ordesa, y desde este lugar surgen otras de las típicas imágenes del lugar.

¿O no?

A medida que avanza la tarde, los cielos se cierran más y más. La suerte está echada.

Pero fíjate, que de vuelta a casa, nos sorprende una ojeada de sol, quizás sea el preludio de lo que se nos viene encima.

Estamos perfectamente ubicados en el alojamiento y en el entorno, al caer la noche empieza a llover. Mañana viernes, tenemos ruta prevista desde el valle de Bujaruelo, según esté el día haremos una u otra cosa. La primera intención, nos vinimos arriba, era subir a La Brecha de Rolando, pero finalmente con las nieblas, el agua, y la previsión de nieve en cotas altas, cambiamos a la opción B, el Ibón de Bernatuara, que también tiene una exigente subida, a ver si podemos llegar antes de que se descuelguen los cielos.  

De camino a Bujaruelo, las nieblas y el agua se han apoderado de estos valles pirenaicos. Aunque de momento de forma débil, no deja de llover. 

En la subida al Ibón, a punto de cruzar el torrente que baja por estos vallejos desde el refugio de Sandaruelo. Los ánimos están algo húmedos ya, pero todavía no hemos tenido que tirar de chubasquero, todo se andará.


A primera hora de la mañana, nos presentamos en el aparcamiento público junto al refugio de Bujaruelo. Cualquier imagen es brutal en este lugar. 

Con la fuerza del color.

Y de las nieblas que van y vienen incesantemente. Bueno más bien vienen y vienen.

Que queréis que os diga, es inevitable esta imagen. Punto de partida de numerosas rutas, hoy toca cruzarlo y empezar a subir sin descanso.

Desde lo alto del puente, miramos río arriba. Os aseguro que un día después, el caudal de río cambió de forma radical.

Han pasado cinco años desde que crucé este puente, aquel día subí al valle de Otal, una mañana de septiembre seca y calurosa. Hoy el ambiente es bien distinto, y la ruta también, empezamos a subir compartiendo senda con la que nos levaría al puerto de Bujaruelo, hasta que encontramos el desvío a Bernatuara. Allí valoramos si tomar uno u otro camino, decidiendo abandonar la idea de subir a la Brecha. Las nieblas están muy bajas, hay poca visibilidad, y según vamos subiendo caen las temperaturas.


En este primer tramo de ascenso, el sendero se acerca a la roca.

Al otro lado, tras la vegetación que nos acompaña en este tramo. asoman las policromáticas laderas de estos valles.

Una sinfonía de color.

Abajo el valle del río Ara, y en aquel collado donde clarea el cielo, la entrada al valle de Otal.

Mirando atrás, la entrada al valle de Bujaruelo, donde tenemos el vehículo. Nieblas y agua.

Nosotros seguimos subiendo, luego caminaremos por las laderas de aquellos picos.

Pero ahora, delante de nosotros, tenemos el espectáculo de color.

Hace unos años, en mi anterior viaje, recuerdo haber pensado que sería de estas laderas cuando entrase el Otoño en ellas. Esta imagen es del valle de Bujaruelo, camino a Ordiso, un poco más adelante de donde nos encontramos hoy.


Pues podemos hacernos una idea con esta otra toma muy similar.

El peso del agua, está tirando a tierra muchas de las hojas que estaban ya en su último suspiro otoñal.

Mientras, nos adentramos en los túneles de buje, tejos, y otros arbustos que por aquí se crían.

Un buen marco para este par de "desenfocados".

En el punto en que los árboles y arbustos van dejando el protagonismo a los herbazales que suben laderas arriba hasta que la roca se adueña.

Vamos llegando al punto en el que, por un pequeño puente metálico, cruzaremos el arroyo.

Debajo de nuestra senda, el pequeño barranco, con sus saltos de agua que van ganando fuerza.

Y el color del otoño metido en los vallejos.

Y cubriendo todas estas laderas, que nos dejan sin adjetivos.

Tenemos que cruzar a aquella parte, para seguir el sendero.


Cruzamos sobre el puente metálico. A la bajada, el agua había subido ya un poco su caudal.

El sendero continúa ahora por este paraíso de Hayas y musgos. A la bajada, este fue el lugar escogido para almorzar, todo ello bajo un manto de agua de aúpa.

Pero de momento, como la lluvia es muy ligera, seguimos disfrutando del entorno.

Del  mágico dosel de color.

Y de esos viejos troncos.

Enseguida salimos de ese mágico bosque, y empezamos a caminar a monte abierto, los piornos y los pastos son ahora los protagonistas. Y la niebla que se aferra a toda la montaña.

Al otro lado, tiramos un poco de zoom, y vemos esos aludes de roca en la parte de subida al puerto de Bujaruelo.

Y exprimiendo un poco más, distinguimos a una joven pareja, que nos alcanzó en la subida, ellos iban a Goriz, buena travesía les aguardaba. Juventud divino tesoro.

El ambiente se va poniendo más húmedo, baja la niebla mucho más, y las temperaturas van descendiendo poco a poco.

Dejando aquí a la derecha el refugio de Sandaruelo, nuestro camino discurre por el vallejo que tenemos delante.

Nos acercamos un poco más, caminamos por esta ladera derecha del arroyo que deberemos cruzar varias veces.

Ya hemos ganado bastante altura, miramos atrás y vemos la pista que lleva San Nicolás de Bujaruelo. Allí está nuestro vehículo.

Y mirando en dirección al Valle de Otal, no nos sorprende ver las primeras nieves de este puente.

La cosa se pone oscura. 

El agua fluye por el arroyo.

Y la vaca.... no digo lo que pensaría la vaca.

El agua siempre anima, por la parte alta de aquella cascada cruzaremos el arroyo.

Para continuar caminando junto a su cauce.

Mirando atrás, cuando la lluvia empieza a arreciar.

Seguimos viendo el sendero que sube al collado.

Y la vaca, ajena a vientos, lluvias y nieblas, ella a lo suyo antes de abandonar estos altos prados, el invierno lo pasarán en prados más cálidos.

De repente la niebla inunda definitivamente el valle.

En el punto en que nos encontramos, hemos superado ya los 2000 metros de altitud. Ha empezado a llover con intensidad, la niebla ha cerrado completamente el vallejo por el que venimos subiendo, y hacia arriba tampoco hay ninguna visibilidad. Sin referencias visuales, existe riesgo de seguir alguna senda que nos aleje del objetivo. Paramos un momento a valorar la situación.

A Juan se le ha puesto cara descendente. En este momento en que nos agrupamos, empieza a nevar. El objetivo de este viaje era disfrutar del Otoño, y no hemos traído equipamiento para nieve, así es que vamos a dar media vuelta, el Ibón seguirá aquí cuando volvamos.


Como la cosa se puso seria, en este punto guardamos las cámaras (les venimos exigiendo mucho en estas condiciones, y lo que le queda), nos protegimos aún mas del agua, y pusimos rumbo de vuelta. En la bajada, ya solamente podíamos ver el sendero, todo a nuestro alrededor estaba envuelto en niebla y agua. En el bosque de hayas junto al arroyo, paramos un momento a comer algo, la subida fue exigente y había que reponer fuerzas. En el tramo final de bajada, ya en la zona de bosque, el sendero era un auténtico río. Una parada en el refugio de Bujaruelo a hidratar, (por dentro, que por fuera ya llevábamos bastante) y punto final a la ruta de hoy. Al llegar a Torla, ya al calor del hogar, pudimos sacar alguna foto más.


Es media tarde, y Mondarruego se hace de rogar.

Pero da igual, el espectáculo es grandioso.

Cuando las nieblas lo permiten, aparece su parte más alta cubierta con las primeras nieves de la temporada.

Quizás sean las segundas, no vamos a afinar tanto.


Satisfechos con el baño de Otoño, monte y agua, toca secar las plumas, descansar e ir asimilando todo esto. La primera jornada, cubre con creces las expectativas que teníamos depositadas en este viaje, mañana será otro día, de momento la tarde ha quedado metida en aguas, y no parece que tenga intención de ceder. Para mañana tenemos otra ruta prevista, a ver como amanece. Nosotros terminamos la jornada al calor de los fogones, teníamos que superar este "disgusto".


¿Y que mejor manera? si venís a estas tierras, no dejéis de probar algo así.



Hasta pronto!!!



2 comentarios:

  1. Hola Luis.

    Ya le he dicho a Maru que el otoño que viene tres o cuatro días nos tenemos que escapar, aparte de las consabidas vacaciones veraniegas por allí arriba.
    Son brutales las fotos, como rezuman magia con esos bosques densos y húmedos de tejos, esas nieblas que van y vienen, y sobre todo esas manchas de color tremendas.

    Me estuvo contando Pino un poco la excursión, y cuando me dijo que vuestra intención era llegar a la Brecha de Rolando, me dije que con el día así, yo no creo que hubiera subido (pienso que hay que ser muy experto montañero pirenaico para hacerlo), pero da igual cualquier ruta más corta os va a deparar sensaciones y paisajes brutales.

    La chicha esa para cenar, divina, la ducha calentita, inimaginable, y luego a dormir a pierna suelta, jajaja.

    Saludos.

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    1. Ha sido un viaje espectacular, por todo.

      Desde luego que tendréis que venir tarde o temprano en Otoño, una cosa es verlo en fotos y otra sentirlo in situ. Lo de la Brecha, surgió el día anterior, de esas cosas que te vienes arriba, pero con el día que amaneció ya sabíamos que sería una locura, así es que seguimos con el plan original.

      A ver si me pongo y saco la siguiente ruta pirenaica, que estoy algo perrete.

      Lo de la gastronomía local, que te voy a contar. Nosotros pedíamos alcachofas, créeme, pero no dimos en el clavo. jajajaja.

      Un saludo Toni.

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