Los Olmos, arroyo de Cañada Espinosa.

Domingo, 29 de Septiembre de 2019.

Final de Septiembre, han pasado las lluvias y tenemos temperaturas primaverales, pero el Otoño empieza a verse tímidamente. Hoy volvemos a una de nuestras rutas comodín, tenemos un lesionado y caminar por prados es lo mejor para la rehabilitación. 

Vamos a ver Los Olmos, bueno mejor dicho los Arces, sin llegar a la casa de Los Olmos, daremos una vuelta por estos verdes parajes, a los que es bueno volver una o dos veces al año. Pero no va a ser todo verde, habrá que pisar también alguna piedra, para ello nos bajaremos al arroyo de Cañada Espinosa, un barranquete cómodo para hacer la ruta casi circular.

El caso es que estos parajes los tenemos más que recorridos, pero en cada época nos ofrecen algo diferente. Dejamos el vehículo a la entrada de Cañada Espinosa, y empezamos a caminar por estos prados hacia la zona donde se encuentran los Arces, bajaremos al arroyo para volver a salir de vuelta a la cañada, un paseo fácil y cómodo para pasar un rato.



Arces, Pinos y Espinos.

Pinos como este que nos esperan a la entrada 

Y esas brumas que se levantan entre el pinar, calentadas con los primeros rayos de sol de la mañana.

Aunque no ha llovido mucho por aquí, algún níscalo asoma entre la verde pradera.

Cruzamos el camino de Los Taberneros, bajo la atenta mirada del comité de bienvenida de la dehesa.

Extensas praderas en estos lares, bien abonadas.

Pinares de Albar, que también sufren la sequía de este año, o quizás únicamente el paso del tiempo.

Miramos atrás, donde dejamos el "campo de minas".

El rocío y las brumas mantienen frescas estas praderas, a la espera de mejores tiempos.

Hacia arriba, los bordes de esta pequeña muela, detrás estaría en línea recta, la fuente de la Tía Perra.

Estamos llegando a la zona de los Arces, que en otoño cogen un colorido espectacular, aún les falta bastante.

También hay grandes Robles.

Pero aquí la estrella es el Arce, con su globoso porte.

Detrás dejamos la cañada Espinosa, luego volveremos por allí al salir del barranco.

Ahora caminaremos entre los Arces, buscando los bordes de esta muela que se descuelga hacia el Trabaque y varios barrancos tributarios de este.

Arces y arbustos espinosos.

Subimos hacia el borde, por esta pradera pedregosa, dormidero de ganado, a juzgar por la gran cantidad de excrementos en la zona.

Los Arces, presentan síntomas de estrés hídrico en esta parte más alta.

Podemos ver que algunos de ellos, están tirando las hojas casi sin pasar por los colores del otoño. Una forma de resistir a la pertinaz sequía.

Hay bastantes ejemplares en las mismas condiciones.

En este punto, tenemos dos posibilidades, la primera es seguir hacia la derecha hasta llegar al arroyo de la dehesa, y volver al punto de partida, o continuar hacia la izquierda y bajar al arroyo de Cañada Espinosa, hoy vamos de paseo y cualquiera de las dos opciones es buena, pero como nos gusta la exploración, decidimos bajar al arroyo, nunca lo hemos hecho y queremos ver si es transitable.


Total, que un poco más adelante, bajaremos al arroyo por esta ladera pedregosa, en el centro de la imagen tenemos el estrecho del Trabaque.

Nos acercamos un poco al Picayo, imponente sobre el barranco.

Y en esta otra foto, el Picayo y el estrecho de Priego al fondo.

Dejamos los Arces, después del almuerzo de rigor, y buscamos la bajada al arroyo.

Ya estamos, la bajada campo a través por la ladera muy vertical no ha presentado ningún problema. Hacia allí abajo se encuentra el Trabaque.

Nosotros vamos a ir remontando, parece cómodo.

Un barranco típico serrano, lecho de roca y sus arbustos espinosos.

El agua..... ya vendrá.

De momento el sol calienta, y el otoño se presenta incierto.

El barranco no presenta ninguna dificultad, y parece que va a ser corto, enseguida saldremos de nuevo a los prados.


Casi en su cabecera, antes de abandonar el cauce pedregoso, encontramos una oquedad por la que debe manar el agua en tiempos lluviosos.


En ningún barranco puede faltar el pino tumbado.

Salimos de las rocas y nos encontramos con este alegre ternero.

Ahora empiezan a tener buen pasto.

Están situados estratégicamente, unos sesteando.

Y otros defendiendo el territorio.

Nos fijamos en los viejos corrales adosados a las cornisas.

Y en un momento estamos de vuelta en el coche.


Al final un agradable paseo por la sierra, entre Pinos, Arces y Terneros. Una buena mañana de campo para recargar pilas. Los tercios en Cuenca.


Hasta pronto!!!








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