Flecha, la historia de una galga senderista.




Hoy vamos con una entrada muy especial, y es que hace unas semanas murió Flecha, esa galga que me acompañaba en algunas de mis caminatas por las sendas de Cuenca, y en alguna que otra salida por nuestros rincones preferidos en las cercanías de la capital.

Podemos decir que Flecha fue una galga semi rescatada, por que aunque no estaba abandonada, las condiciones en las que vivía no eran las mejores. Sin entrar en detalles, cuando la "adoptamos", el miedo y la desconfianza se podían ver reflejados en su mirada, y su estado físico pedía a gritos este cambio.

En ningún momento se dejaba manipular, más de un mes nos costo empezar a confiar la una en el otro. A base de paciencia y algunas golosinas, poco a poco fue entendiendo que esta iba a ser otra vida. El punto clave fue poder ponerle una correa para pasear con ella, una caminata por el pinar cambió por completo ese carácter temeroso y desconfiado. Desde entonces, como si se hubiese encendido un interruptor en su cerebro, se convirtió en un animal totalmente diferente. Cariñosa, juguetona, y muy fiel, una compañera de caminatas de diez.

El caso es que solíamos salir a caminar por las sendas de Cuenca, y en alguna ocasión visitamos otros parajes.

No es que ella hubiese cazado nunca, pero era una gran aficionada a la persecución del corzo, por lo cual, la serranía era territorio vetado para ella. La sierra de la Pila, era uno de nuestros territorios de referencia, y allí reina el corzo. Nunca pasó más allá de unas carreras, y siempre volvía rápidamente al redil. 

Aquí de joven, en un paseo por la sierra de Valdecabras, exibe su mejor versión.


En ocasiones, parecía levitar en su caminar.


Me declaro culpable, alguna perrería tuvo que aguantar.


Pero era valiente, no temía a esas escarchas peludas por las hoces de Cuenca.

Mira, este el Balto, otro fiel amigo. Un casi labrador, mas bueno que el pan.

Siempre atenta a los movimientos en el monte.

Y dando ventaja al bueno de Balto, creo que quedaron en tablas.


Las sendas de los Hocinos, siempre llaman la atención, y en Otoño más.


No era de posar, pero.....



Por la hoz del Júcar, y todas las sendas que nos llevan a San Julián el Tranquilo, también hay muy buenas vistas.

Su estado natural por estas sendas, era el asomar el morro.


Contemplando las choperas.

Los colores.


Se medía con la luna.

Marcaba perfil.



Y aunque muy buena gente, alguna travesura se le ocurría de vez en cuando. Y lo disimulaba como podía. 

Una mañana por la hoz del Huécar, reunión de amigos.

¡Como una flecha!

En la sierra de Valdecabras, se medía con las rocas.

Una mañana por Corralizas.

Investigando esos muros.

Asomada a una Torca.

Habiendo donde asomarse, ella era feliz.

Enrocada.

Al cerro de las antenas también solíamos subir.

Jugando con Roco, otro amigo que ahora ya es también viejito.

Valdecabras, es otro de nuestros rincones míticos, y cómo no la iba a llevar allí.


Aquí tiene donde asomar el hocico.

Y aunque buscábamos la sombra aquella mañana....

Los abismos le podían. 

Muy digna ella.

En uno de sus mejores momentos, nos mostraba su tipo musculado.

Aquella mañana en la que conoció los Gamones.

Siempre agradecida.

La primavera, por las sendas del cerro del Socorro, siempre es motivo de alegría. 

Y lo disfrutaba.

A la vista está.

En las sendas por la sierra de La Pila, en la vertiente sobre los barrios nuevos de la capital, también teníamos nuestro territorio preferido. 

Y le gustaba tomar posesión de los viejos corrales y tinás que tenemos por la zona.

Y los defendía.

Otro de esos fenómenos Kársticos que tenemos muy cerca de la capital, el complejo lagunar de Ballesteros, también lo visitamos.

A primera hora había niebla.

Y ella a lo suyo. 


Después de pegarse sus carreras, a recobrar aliento.

Una fresca mañana en Palancares, con Balto.

Se volvían locos con esa pequeña nevada.

Asomada a los huertos de la hoz del Huécar.

Y al valle del Cambrón, que otra mañana nos fuimos a ver el paraje del pico de la Grulla. 

Marcando su estilo propio.

Hay que reconocer que le gustaba el monte.


Y no temía a unas nieblas mañaneras.


Tengo que recordar que en sus últimos años de vida tuvo un sargento que la llevaba a maltraer!!!!  jajajaja. 


La pequeña Trufa, un verdadero diablillo.
Pero al final se hicieron buenas amigas, y lo compartían todo.

Adiós Flecha.

Te vamos a echar mucho de menos.


Siempre recordaré esa silueta por las Sendas de Cuenca que tanto disfrutaste.


Vivió feliz y lo pasamos bien caminando por Cuenca. Ahora la recordaremos con alegría en nuestras caminatas por las hoces y más allá. Hasta siempre Flecha!!!!!.









2 comentarios:

  1. Hola Luis.

    Que entrada más bonita te ha quedado, trasmite emoción y que guapa era flecha, y que fotones con ella de protagonista.

    Quédate con todos esos paseos de las sendas de Cuenca y alrededores con ella de acompañante.

    Un abrazo.

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    1. Gracias Toni.

      Yo también creo que no ha quedado mal, aunque estoy muy desentrenado, esto lo tengo aparcado de momento. El caso es que me pedía el cuerpo hacerle este homenaje a mi compañera ocasional de rutas, era una perreta de una bondad inimaginable. Lo pasamos bien por esas sendas.

      Ahora, después de los avatares de la vida, que nos tienen en dique seco, toca empezar a retomar nuestras salidas, seguro que lo haremos.

      Un saludo a Magia Serrana.

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